Carta a un diseñador/a – Mi experiencia en diseño

Carta a un diseñador/a

Hola 🙂

Llevo diseñando más de 18 años, 10 de los cuales a nivel “profesional” (cobrando y esas cosas). Y, en todo este tiempo, he aprendido muchas cosas que hubiese querido que alguien me explicara antes.

Más que nada para poder evitar los sinsabores y las idas y venidas dando vueltas y replanteándome si había escogido la carrera correcta.

En esta carta quiero reunir un poco de mi experiencia y explicarte algunas cosas que probablemente podrás aplicar en tu día a día, independientemente de la experiencia que ya tengas.

¿Recuerdas por qué empezaste?

Esta pregunta es importante, porque en algunos casos actuará como tu salvaguarda.

De vez en cuando sentirás que no estás avanzando, que en tu equipo no comprenden tu trabajo o que no sabes qué hacer para mejorar. Es justo en estos momentos cuando debes recordar por qué empezaste.

Recuerda que el diseño, al igual que muchas otras carreras, es una carrera de fondo. No se trata de llegar primero en la mejor start-up del momento, sino de ir creciendo poco a poco y llegar allí (o no), en las mejores condiciones posibles.

Cuando era pequeña me pasaba los veranos desmontando, literalmente, cajoneras, lavadoras, bicicletas, radios y, en realidad, prácticamente cualquier aparato. ¿Por qué? Quería saber cómo funcionaban y, principalmente, ver cómo mejorarlos.

Y para mi el diseño trata justo de esto…. y es lo que trato de recordar en aquellos momentos duros en los que no entiendo por qué es todo tan complicado o desmotivante y me frustra hasta iniciar Sketch.

No existe el proyecto (o cliente) perfectos

Me sabe mal ser tan directa, pero es la pura verdad.

Los primeros años me frustraba muchísimo cuando todo lo que hacían eran proyectos “malos”: diseños de flyers, alguna cabecera para páginas web, logos… al final acabé por tomármelos todos sin ganas, los hacía solo para hacer algo.

Cuando empiezas en el sector -o incluso cuando ya llevas años-, es fácil pensar que el cliente actual es una mierda y que el próximo será mejor, porque será el que te permitirá hacer lo que quieras, te pagará bien y, encima, te permitirá alcanzar todavía mejores clientes.

Lo siento, pero esto no pasa.

Al final me di cuenta de que empecé a mejorar con estos proyectos, porque requerían que mi músculo creativo trabajara a máxima potencia. Se trataba de proyectos con poco presupuesto, pocos recursos, imágenes en baja calidad, etc. que requerían un esfuerzo extra para poder sacar un buen resultado.

Por el contrario, cuando he tenido proyectos en los que he pensado ‘¡Flipa! ¡Me dan libertad!’, me quedaba enredada tratando de decidir “cómo hacerlo” y dedicando muy poco tiempo a la ejecución real.

Asume que, sea lo que tengas que diseñar, te permitirá aprender. Actualmente he lidiado con proyectos que no me enamoraban para nada ‘Uh, ¡qué guay! ¡Diseñaré un pop-up!’, pero los he hecho con cariño, pensando en los requisitos, lo que debían contenido y, por supuesto, en el usuario.

Si te lo tomas como algo demasiado personal y pierdes de vista que diseñas para un usuario (no para un cliente), te aburrirá y te frustrará todo. No pierdas el norte.

Busca mentores para aprender

Sé que suena muy americano y probablemente pensarás que esto no pasa en España (o en el país en el que estés).

Lo que no sucede es lo que nos venden en las películas americanas, en las que tu mentor te cobija debajo de su ala y te sigue paso a paso en tu carrera, ayudándote y salvándote el culo.

Lo que sí sucede es que puedes tener mentores. Y con ‘mentor’ no me refiero al mega diseñador súper maravilloso de turno. Me refiero a un compañero con más experiencia, alguna profesora que hayas tenido o algún profesional que hayas conocido en alguna charla o mesa redonda.

Cuando empecé a estudiar diseño tomé como mentor, sin buscarlo conscientemente, un profesor que tuve en la escuela (que ahora es de mis mejores amigos). Me sentaba con él en la hora del recreo, le acribillaba a preguntas y, por supuesto, le escuchaba en clase.

Él contestaba a mis preguntas aportando su experiencia profesional, con lo que yo aprendía el doble que si lo leyera en un artículo de Medium o buscando en Google. Estar a su lado me permitió crecer exponencialmente y, de rebote, evitar algunos errores (porque aprendí de los suyos).

No hace falta que vueltas a la escuela para tener un mentor. Solo debes seguir en Twitter a perfiles cuyo contenido te aporte y te contesten las dudas. O ir a eventos y iniciar relaciones con otros profesionales que, de otro modo, no serían tan accesibles.

Simplemente mantente con la mente abierta, escuchando conscientemente y contestando aportando valor. Porque obtener un mentor no es coger un atajo. Debes dar algo a cambio, aunque solo sean las ganas de escuchar 🙂

Aprende de otros trabajos

Ya. Que sí. Que bastante tienes con tu trabajo como para ponerte a escuchar a otros.

En los últimos meses he aprendido muchísimo escuchando a quienes se encargan del SEO, product owner, front-end y back-end  en Holaluz. Y no lo digo para quedar bien.

Escucharlos me permite diseñar mejor, porque puedo tener en cuenta otros aspectos, y además, me permite aprender otros conocimientos que desconocía y que acaban de completar mi perfil.

Probablemente siempre trabajarás dentro de un equipo con el que convivirás muchas horas. Casi que estarás más tiempo con ellos y ellas que con tu pareja o familia. ¿Qué te parece aprender de ellos?

Y no se trata de perseguirlos, sino de escuchar sus aportaciones, puntos de vista y, a veces, enfrentar distintos puntos de enfoque. Vais a crecer todos.

Enseña para crecer

Te confieso que me daba pánico dar clase. Me llegó la oportunidad hace unos años… y dije que sí sin pensármelo demasiado.

Yo era (y a veces todavía me pasa) de aquellas personas que cuando hablaban en público hablaban ‘hacia dentro’, cruzando los brazos y hasta las piernas. Mi objetivo era decirlo todo muy rápido para quitármelo de encima.

En cuarto de primaria alguien de la clase empezaba el día explicando delante de los demás qué había hecho el día anterior, a modo de diario personal. Tengo grabado en la mente uno de los días en los que me tocó: ya me ves a mi, con 9-10 años, cogiendo un papel como si me fuera la vida en él, temblando y tratando de leer en voz alta. Y, por supuesto, con las piernas cruzadas y balanceándome hacia adelante y hacia atrás.

Dar clase me ha permitido aprender más.

Me ha obligado a consolidar mis conocimientos, encontrar otra forma de explicar lo que ya sé y, de rebote, me ha dado tablas para que hablar en público no me de pánico. Todavía me inquieta, pero la mayoría de veces, a la que he empezado a hablar, ya he cogido carrerilla hasta el final.

No se trata de enseñar dando clase (que también). Puedes hacerlo explicando a algún otro/a compañero/a cómo has realizado una tarea u organizando un pequeño meetup. Se trata de buscar la excusa.

Por último, saca de tu mente el clásico ‘pero… ¿qué voy a explicar? ¡si no sé nada!’. Piensa que cada uno tiene una formación concreta y una forma de resolver las tareas o entender los conceptos. Solo por eso, ya estarás enseñando a quien te escuche algo nuevo 😉 (si te está atacando el síndrome del impostor, lee este otro artículo).

Finge hasta que lo consigas

O el clásico ‘fake until you make it’. Básicamente porque es lo que hace todo el mundo.

Que no te abrumen los demás. Jamás estarás 100% preparado/a para hacer el trabajo que te llegará a continuación. Pero es que ni tú ni nadie.

Nadie lo conoce todo y nadie está preparado para afrontar cualquier tipo de circunstancia que pudiera producirse.

Ponte a ello y simplemente ve avanzando paso a paso, sin pensar en qué harás en el siguiente. Eso sí, ponle actitud y ganas siempre.

Ten paciencia… y no pares de aprender

Sé que tienes prisa… hasta yo me frustro porque veo que no estoy donde querría. Pero si pierdes la paciencia y te frustras lo único que conseguirás es entrar en un bucle negativo.

La carrera de diseño es una carrera de paciencia, de ir poco a poco avanzando y asumir que de vez en cuando deberás caminar hacia atrás. Esto no es malo.

Trata de aprender siempre, de cualquier circunstancia, persona, proyecto y empresa. Todo te dará experiencia y conocimientos para afrontar los próximos proyectos un poquito mejor.

Ah, y por último: no te lo tomes como algo personal. Ni siquiera el feedback. Nadie te critica a ti, solo el diseño en sí mismo. Es prácticamente lo más complicado que tendrás que aprender, y esto sí es algo que requerirá tiempo.

Porque, al fin y al cabo, ser diseñador es un modo de vida.

PD: Esta carta nace a propósito del texto de Javier Cañada en “Carta a una diseñadora que crece”.